¿Cómo reconocer un licor o trago adulterado?

Fecha de publicación: 30-08-2017

El consumo de bebidas alcohólicas adulteradas puede generar severos daños en el organismo, incluso conducir a la muerte .

A nivel mundial, el consumo de alcohol parece incrementarse año tras año y más aún entre los más jóvenes que, al hacerlo, quizás se sientan con mayor hombría; a veces adoptan este hábito como una manera de sentirse insertados en un grupo, por la presión social que ejercen los jóvenes entre sí, de hacer cosas que los induzcan a sentirse más adultos.

Ahora bien, sin distingos de sexo, edad o condición social, si vamos a un sitio donde expendan bebidas alcohólicas, no podemos estar exentos de conocer a ciencia cierta si el licor que venden es legal o si ha sufrido algún tipo de alteración al ser adulterado intencionalmente.

A nivel de nuestro organismo, se puede percibir si una bebida alcohólica está adulterada cuando produce una sensación anormal de ardor en la garganta, dolor de cabeza o conduce bruscamente al estado de embriaguez, además de producir náuseas, vómitos, irritación gástrica y malestar general en los días posteriores a su ingesta. En los casos más extremos puede causar ceguera irreversible e incluso, conducir a la muerte.

Es importante conocer los elementos que nos permitan saber o al menos tener indicios si un trago está adulterado o no pues, un licor alterado puede provocarnos severos daños en los riñones, el hígado, el sistema nervioso e incluso, conducirnos hacia la muerte.

En este orden de ideas, a continuación presentamos algunos aspectos que pueden resultar como una importante guía sobre si estamos ante la venta de bebidas adulteradas.

La lógica: Si en la calle o en alguna tienda venden las botellas más baratas de lo que se encuentran en el mercado, quiere decir que son robadas o adulteradas; ante la duda, es mejor no comprarlas.

Etiquetas y sellos: Si la etiqueta de la botella está rayada o maltratada, corremos el riesgo de comprar alcohol adulterado. Lo mismo sucede si las botellas tienen rotos los sellos de los impuestos de ley. A veces las etiquetas son falsas, así que hay que fijarse muy bien en la calidad de la impresión y en los textos que vienen en las mismas. Los sellos de Hacienda se colocan en la tapa y en la etiqueta; si están rasgados o dañados, la botella fue abierta con anterioridad. Los sellos también pueden ser falsos; por esa razón, los genuinos poseen un holograma que garantiza su autenticidad.

Tapas o tapones: Verifiquemos que el tapón no esté flojo y que la marca impresa en él, corresponda con la del envase. También es importante que revisemos los dientes pequeños que unen al tapón con el anillo del cuello de la botella; si están rotos, regresémosla.

Sabor: Si consumimos la misma marca de una bebida, podremos identificarla a través de su sabor. Si la primera copa no nos sabe igual a la auténtica, no volvamos a probarla. Después de beber una copa, las papilas gustativas comienzan a dormirse, es decir, a no distinguir correctamente los sabores, por eso es importante que a partir de la segunda, verifiquemos con cualquiera de las otras pruebas que sea original.

Color: Fijémonos en el tono de la bebida antes de mezclarla. En ocasiones el alcohol adulterado no corresponde en color y consistencia con el auténtico. Por ello, solicitemos a los mesoneros que nos dejen ver el licor antes de servirlo.

Si se toma cerveza o cualquier otra bebida que venga en una botella con corcho, asegurémonos que la abran en nuestra presencia. Muchas veces en los bares de poca reputación, recogen las sobras y rellenan los envases.

Espuma: Otra forma de saber si el alcohol es adulterado es tomar la botella por el cuello y golpear la parte baja del envase; si resulta que el líquido produce espuma extraña o en cantidades abundantes, sin duda, la bebida es falsa.

Se debe revisar el contenido a contraluz, si al hacerlo advertimos la presencia de objetos extraños o partículas en suspensión, estamos en presencia de una bebida adulterada.

La adulteración artificial de los licores, se consigue con la adición de ciertos compuestos químicos perjudiciales para el ser humano, pero de bajo costo, como por ejemplo el alcohol metílico o alcohol industrial, que son vendidos sin ningún tipo de control en determinados establecimientos para rendir las bebidas y obtener más beneficio.