Qué hacer cuando un niño se porta mal

Fecha de publicación: 23-08-2016

Los padres pueden lidiar con la mala conducta de los pequeños mediante sencillas y efectivas técnicas.

Los niños pueden presentar conductas molestas, sin que afecten de forma grave a sus vidas. Sin embargo, cuando un niño manifiesta este comportamiento de manera frecuente, sí puede suponer problemas en su adaptación en el medio escolar, familiar y social.

La desobediencia y la conducta agresiva en la infancia son dos de las principales quejas de los padres y educadores en la clínica infantil, apareciendo con frecuencia unidos los dos tipos de problemas.

Se entiende por desobediencia las acciones que incumplen normas y órdenes de los adultos. Es la negativa a iniciar o completar una orden realizada por otra persona en un plazo determinado. Sin embargo, esta definición no comprende otras situaciones que son también consideradas como desobedientes, como el incumplimiento de una norma ya establecida.

La desobediencia puede ir acompañada de oposicionismo que supone: rabietas, discusiones, desafíos, enfrentamientos y también de agresividad,  en la que encontramos comportamientos violentos, crueles, destructivos, etc.

Cuando la conducta de desobediencia y oposicionismo es extremadamente grave recibe el nombre de Trastorno Negativista Desafiante y se caracteriza por un patrón recurrente de comportamiento negativista, desobediente, hostil, etc. dirigido a las figuras de autoridad.

Si además aparecen conductas que suponen una violación repetida de las normas de la conductas socialmente establecidas como una pauta de comportamiento estable y permanente del niño recibe el nombre de  trastorno disocial.

Es decir, Las conductas infantiles inadecuadas pueden presentar cierta “normalidad” en determinadas etapas del ciclo vital. Sin embargo, cuando la magnitud, frecuencia o perseverancia en el tiempo de dichas conductas son excesivas podemos hablar de problemas conductuales y  entonces sí es necesario la intervención clínica para corregirlas y prevenir problemas o trastornos más graves en el futuro como el Trastorno Negativista desafiante o  el disocial.

Son muchas las cosas que tienen que aprender padres y educadores para manejar las conductas disruptivas de los niños. Entre las más eficaces está aprender a saber dar atención positiva al niño. Es decir, deben saber reforzar las conductas adecuadas sin añadir reproches o comentarios sobre la conducta inadecuada.

Se tienen que aprender a ignorar las conductas inadecuadas y reforzar la conducta contrarias a estas.

También es necesario que  los padres sepan  dar órdenes de forma eficaz. Para ello los consejos más prácticos son:

1. No dar la orden como pregunta o favor

2. No más de una orden a la vez

3. Asegurarse de que el niño está atendiendo

4. Reducir toda distracción antes de dar la orden

5. No dar la orden a distancia

6. Pedir al niño que repita la orden

 Es fundamental que paralelamente  los educadores sepan cómo sancionar las malas conductas  de forma constructiva. El castigo debe ser inmediato a la conducta negativa,  además de corto y acertado.

Las amenazas constantes y repetitivas, tan frecuentes en los padres antes de castigar, no sirven para persuadir al niño de abandonar su conducta y además en muchos casos suponen una fuente de refuerzo y no de castigo.

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