Fecha de publicación: 18-11-2015
Por múltiples razones, desde el principio de la humanidad, las personas han buscado la manera de influir en el ánimo y en las decisiones de los demás; con la evolución de la civilización, también cambiaron los métodos de persuasión. Con el desarrollo de la Revolución Industrial, el deseo de atraer y convencer, dio paso al surgimiento de nuevas técnicas, entre ellas: la publicidad y la propaganda.
La publicidad tiene como objetivo difundir mensajes a través de los medios de comunicación, para fomentar entre las personas, el consumo de bienes o servicios, persuadiéndolas desde un punto de vista mayormente emocional; así, los anunciantes utilizan a su favor, muchos de los deseos latentes de las personas: ser próspero, atractivo, ser popular o el más inteligente… de este modo vinculan al producto o servicio con estos anhelos.
Por medio de la tecnología, la publicidad busca el modo de llegar a la mayor cantidad posible de personas, de hecho, hoy en día, tiene una gran presencia en nuestra cultura; vemos anuncios publicitarios en los periódicos, revistas, televisión, internet, vallas en centros comerciales y autopistas, por solo nombrar algunos ejemplos.
Por su parte, la propaganda, a diferencia de la publicidad, no se hace con el propósito de vender ningún producto o servicio, sino que busca influir en las actitudes de las personas, cambiar su manera de pensar, sus opiniones y hasta sus creencias. Su efecto suele ser más duradero y radical que el de la publicidad.
Si bien la propaganda influye hasta en los sistemas educativos, dos de las formas más reconocibles de propaganda son la política y la religiosa. En la política, la propaganda es una de las armas más poderosas utilizada para influir en la opinión pública. Se hace especialmente evidente en temporada de elecciones cuando los distintos candidatos y partidos políticos quieren sumar adeptos, persuadiendo a los potenciales electores acerca de una determinada opción.
Por su parte, la propaganda religiosa se presenta de muchas formas; pero en todos los casos apela a las emociones de los individuos, animándolos a comportarse de determinada manera y seguir determinados códigos de comportamiento y liderazgo basados en la fe.
Generalmente, las propagandas no son realizadas por empresas, sino por grupos de todos los niveles: organizaciones religiosas, partidos políticos o grupos étnicos.
Las acciones publicitarias van direccionadas al consumo o contratación de un bien o servicio, las propagandísticas tienen por objetivo la adhesión a una ideología o un cambio de actitud, así, la publicidad está relacionada directamente con el ámbito comercial, mientras que la propaganda está ligada básicamente al ámbito político, ideológico y religioso.
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