Fecha de publicación: 04-04-2016
El perro o perro doméstico (Canis lupus familiaris) o también llamado can es un mamífero carnívoro de la familia de los cánidos, que constituye una subespecie del lobo (Canis lupus). El Cynodictis, un animal parecido a la mangosta con un largo hocico puede ser uno de los antepasados más antiguos de este popular animal.
Otra criatura prehistórica similar a los cánidos, el Tomarctus, vivió durante el periodo Mioceno hace 24 millones de años. El género Canis evolucionó, convirtiéndose en Canis lupus o lobo, hace 300 mil años, mientras que nuestro perro doméstico, descendiente de aquél, apareció hace sólo 12.000 años.
En la actualidad, hay aproximadamente 800 razas —más que de cualquier otro animal— que varían en tamaño, fisonomía y temperamento, presentando una gran variedad de colores y de tipos de pelo según la raza de perro. A inicios del presente milenio, se estimaba que había alrededor de 400 millones de perros en el mundo.
La evidencia fósil más antigua de un perro domesticado fue encontrada en 2008 en la cueva Goyet de Bélgica, correspondiente a unos 31.700 años. Hasta entonces las pruebas más antiguas se habían hallado en Rusia, con una data de 14.000 años atrás (Eliseevich).
Los Egipcios y los habitantes del Asia Occidental fueron los primeros en criar perros, principalmente mastines y galgos. En la época de la Roma imperial ya existían las razas de perros que se conocen actualmente, teniendo una preferencia especial por los galgos como perros de cacería y los mastines, utilizados para las peleas y la guerra.
En el siglo XXI, los investigadores han alcanzado un consenso casi absoluto acerca de que es muy posible que la domesticación del perro empezara más por la adaptación espontánea de los canes al acercarse a vivir junto al hombre que por la voluntad humana. Esto se debe a que un perro al vivir cerca del hombre, podía alimentarse con menos esfuerzo que uno salvaje, podía vivir en mejores condiciones, disfrutando del afecto y cuidado humano.
El hombre se dio cuenta rápidamente de los finos sentidos del olfato y el oído que tenía el perro; su olfato es más potente que el del humano —su área olfativa es 20 veces más gruesa y su oído es capaz de percibir sonidos muy por debajo y por encima del rango que oyen los humanos.
Esta, entre otras cualidades permitieron al hombre hallar utilidad en el perro en labores de caza y guarda para defender al grupo y su morada, lo que les aseguró su permanencia en los centros poblados por el hombre que poco a poco los adaptó a sus necesidades, creando diferentes razas para las distintas labores y características ambientales y geográficas.
Igual que el actual letrero "Cuidado con el perro", los romanos escribían "Cave canem" que significa lo mismo en latín. Fueron usados en esos tiempos para pastorear, como vigilantes, como compañía, para el deporte y en algunas culturas, en especial las orientales, fueron incluidos en los cultos religiosos.
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