Consejos para el mantenimiento de huerto

Fecha de publicación: 23-08-2016

El huerto, por pequeño que sea, requiere de un mínimo de atención para que logremos obtener la cosecha que esperamos.

En el desarrollo de un huerto están involucradas las siguientes acciones básicas: preparar el terreno para el cultivo, hacer la siembra o plantación, cuidar el desarrollo de las hortalizas y vegetales y recogerlas. Lo importante es adecuar la época para cada una de estas actividades a la especie determinada y combinarlas del modo más racional posible.

La preparación del terreno es un proceso meticuloso que amerita su tiempo. En dicho proceso se debe contemplar la aplicación del abono más apropiado a las condiciones de la tierra y en las cantidades adecuadas, de forma que se evite el abuso que pueda intoxicar a nuestras plantas.

Para prevenir provocarle estrés a las plantas, a la hora de hacer los trasplantes, tratemos de hacerlo en las horas de más calor; conviene elegir las horas más frescas y menos secas.

Dar un riego general en un huerto pequeño hace que unas hortalizas reciban demasiada agua, mientras que otras se quedan sedientas. A cada una hay que darle lo que necesita.

Los dos métodos de riego más adecuados para el huerto son el de aspersión y el de infiltración lateral, al que podemos añadir el de goteo cuando se emplean cubiertas para determinadas hortalizas. Conviene seguir algunas reglas generales para racionalizar el uso del agua. Así, durante las épocas de más calor deberá evitarse hacer el riego cuando el sol está alto, pues la evaporación es muy elevada. Además, si se hace rociando directamente las plantas, las pequeñas gotas actúan a manera de lentes y llegan a quemar los tejidos. La mejor hora para hacerlo es, por tanto, el atardecer o la noche. Si se emplea una regadera, se deja algún tiempo al sol para que se caliente.

Para regar con manguera, se utilizará un aspersor, pues el chorro directo tiene una gran fuerza y en ocasiones rompe y daña las hortalizas. Otra norma general es no regar cuando está próxima la cosecha y tampoco hacerlo sobre el terreno donde crecen hortalizas de raíz, ya que podrían producirse enfermedades o la descomposición de la planta.

De manera adicional, se debe evitar utilizar el agua de una manguera que ha permanecido todo el día bajo el sol en verano. Estará a temperatura tan alta que podría quemar las plantas.

Uno de los aspectos que se debe tener presente consiste en la alternancia o rotación de los cultivos, que no es más que evitar cultivar un mismo tipo de hortalizas en la misma parcela durante años sucesivos. Las razones radican, por un lado, en impedir que la tierra se agote en exceso por consumo predominante de un determinado tipo de nutriente; por el otro, muchos insectos perjudiciales necesitan más de una temporada para completar su ciclo vital, por lo que si antes de que éste finalice hemos cambiado el cultivo, no pueden completarlo y mueren.

En la rotación de los cultivos podemos seguir una regla general simple: haremos tres grandes grupos de hortalizas, las de raíz, las coles y otras crucíferas y las especies restantes. La alternancia consiste en cultivar en cada parcela uno de estos tres tipos cada temporada sucesiva y combinarlo de modo que no coincidan en parcelas próximas. Por ejemplo, si en un terreno hemos cultivado coles, la siguiente temporada no plantaremos en él nabos o rábanos (pues también son crucíferas), sino remolachas o zanahorias (que son hortalizas de raíz), o bien apios o lechugas.

La eliminación manual de las malas hierbas es importante para que estas plantas no roben los nutrientes a nuestros cultivos y evitar que lleguen a reproducirse, pues entonces su multiplicación sería indetenible. Es una labor que sí se lleva a cabo cada día nos ocupará poco tiempo. Lo mismo ha de hacerse con las plagas, evitando así el empleo de insecticidas y otros productos químicos.

Una vez finalizada la época de recolección, hay quien abandona la parcela sin preocuparse, confiando en ganar en primavera el tiempo perdido. Pero hay labores que deben hacerse en invierno, como por ejemplo airear el suelo y trabajarlo hasta darle una consistencia adecuada para la siguiente temporada de siembra.

Cuando acaba la época de cultivo y se inicia el invierno, después de las últimas cosechas, llega la hora de hacer una limpieza general en el huerto y cavar el terreno para airearlo. En regiones de temperaturas frías, las heladas ayudan a desmenuzar la tierra. Durante este período de inactividad, es el momento de planificar los cultivos para el nuevo año y reparar las herramientas si es necesario. También podemos hacer aquellos trabajos de construcción que más tarde será imposible realizar, como el tendido de tuberías para el riego.

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