Virus y antibióticos mitos y realidades

Fecha de publicación: 05-12-2017

El uso de antibióticos está rodeado de mucha información que no siempre proviene de fuentes fidedignas, por ello es vital consultar al médico .

En determinados momentos de nuestras vidas, hemos utilizado algún tipo de antibiótico. Su uso para enfrentar ciertos virus y enfermedades es muy extendido a nivel mundial, siendo superado tan solo por el empleo de analgésicos.

El descubrimiento de los antibióticos marcó un antes y un después en la historia del tratamiento de las infecciones. Es tal su popularidad, que estos fármacos se han convertido en tema de dominio público sobre el que muchas personas se permiten opinar, aún sin ser expertos en la materia. Sin embargo, su uso y abuso está rodeado de mitos y realidades. En este artículo, se exponen algunos de ellos.

"Los antibióticos son el mejor remedio para la fiebre": Falso. Los antibióticos no son útiles para el tratamiento de cualquier infección. Muchos de los trastornos de salud que se padecen, sobre todo los niños, están causados por virus, que son resistentes al efecto de estos medicamentos. Por ejemplo: es un error tomarlos de entrada ante una gripe o dolor de garganta. Cierto es que, en algunos casos los resfriados pueden complicarse con infecciones; es allí cuando el antibiótico puede tener su papel, por supuesto, bajo supervisión médica.

"Los antibióticos: producen cansancio y pérdida de apetito": Falso. A pesar de ser una creencia muy popular, no es cierto. Cuando se toman antibióticos se pierde un poco el apetito y se está cansado, pero la culpa no la tienen los medicamentos, sino los gérmenes que causan la infección.

"Los antibióticos pierden eficacia con el uso continuado": Verdadero. El uso continuado de antibióticos provoca una selección natural de gérmenes que de forma progresiva se hacen más resistentes. Las personas que toman antibióticos, con frecuencia cada vez necesitan fármacos de mayor potencia para combatir las infecciones. En caso de que se necesite tratamiento antibiótico frecuentemente, es conveniente no utilizar siempre el mismo y cambiar de vez en cuando; por supuesto, bajo control facultativo.

"Los antibióticos inyectados son más eficaces": Falso. Aún hay personas que creen que si el antibiótico se administra con inyecciones, el efecto es mayor y más rápido, pero no es cierto. En la actualidad se dispone de una batería de potentes medicamentos por vía oral. Tanto es así que, hoy por hoy, puede tratarse perfectamente hasta una pulmonía sin necesidad de inyectar al paciente. Los inyectables se reservan para aquellas personas que toleran mal la medicación por vía oral por los efectos secundarios que les producen, como dolor de estómago o diarrea, entre otras.

"Un antibiótico, cuanto más potente, mejor": Falso. No está justificado utilizar un antibiótico de amplio espectro cuando se tratan pequeñas infecciones. Para cada tipo de infección, hay un grupo idóneo de medicamentos. El hecho de que no se empleen y se prefiera dar "algo más fuerte" para estar seguros de que el tratamiento no fallará es un error, ya que puede crear gérmenes cada vez más resistentes a la medicación.

"Durante el tratamiento con antibióticos, hay que ingerir yogurt": Verdadero. Los antibióticos atacan a las bacterias pero, a menudo, no saben distinguir entre las "buenas" y las "malas". En el cuerpo humano hay una serie de microorganismos que están implicados en muchas funciones, así que el consumo de yogurt, contribuye a restituirlos.

"Las alergias se producen la primera vez que se toma el antibiótico": Falso. Algunas alergias pueden producirse en personas que habían tomado el fármaco con anterioridad. Las alergias pueden mostrarse de distintas maneras y un hecho habitual es confundir alergia con intolerancia al antibiótico. Un dolor de estómago o una diarrea no son manifestaciones alérgicas. Este punto es importante, ya que personas que se autodenominan alérgicas, en realidad, no lo son.

Es cierto que en determinados casos el alcohol y los antibióticos pueden interaccionar y disminuir la eficacia del fármaco o provocar efectos secundarios. En general, es de sentido común no tomar alcohol con los antibióticos, pero no puede afirmarse de forma estricta que sea contraproducente en todos los casos. En caso de duda sobre este aspecto, consultar al médico puede aportar más información.

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